Caminando hacia los 30 años queremos compartir con ustedes, algunas entrevistas que se han publicado sobre Coreoarte. Esta entrevista fue publicada el 13 de septiembre del 2009 y fue realizada por Klara Aguilar Vásquez.
Coreoarte: baile, pasión y resistencia
Noris Ugueto, fundadora de la compañía de danza, habla
de los 26 años de esfuerzo, lucha y también de las satisfacciones.
Cuando
Noris Ugueto se refiere a la danza los ojos le brillan. Con su verbo, la mujer
de piel oscura, irradia una fuerte fascinación por esa disciplina. Y sería
paradójico que no fuese así. El baile habla de su vida. Ella no revela su edad,
pero cuenta que su trayectoria en el mundo de la danza se remonta a Retablo de Maravillas. Esa
agrupación se fundó en 1950 y luego de ochos años de actividad pasó a llamarse
Danzas Venezuela. La bailarina caraqueña nacida en La Pastora y criada en la
parroquia San Juan asumió la danza como un medio para revelarse contra la
exclusión, para luchar por sus derechos humanos y para demostrar que el
venezolano es capaz de emprender cosas maravillosas. Con esa visión entendió que
la danza no sólo sirve para mostrarla en un escenario, sino que a través de
ella el ser humano crece espiritualmente.
“La
danza es todo en mi vida”, asegura. Y así, desde hace 26 años, Noris lo ha
venido demostrado con la labor impulsada con la compañía de danza contemporánea
Coreoarte que fundó con el fallecido bailarín y coreógrafo venezolano Carlos
Orta.
EL ENCUENTRO
En
el año 1981, cuenta Noris Ugueto, conoció a Carlos Orta. Él dictaba una clase y
Noris no dudó en acudir. Llegó a las 9 am y a la 5 pm salió fascinada por lo
contemplado. La creatividad de la bailarina estaba en efervescencia. Entonces,
se sacudió el temor y le planteó al reconocido bailarín concebir una nueva
propuesta artista, con énfasis en la danza latinoamericana y caribeña. Un año
más tarde –1982– se comenzó a escribir una nueva historia sobre la danza
contemporánea en Venezuela.
—¿Cómo
fueron los inicios?
—La
idea siempre fue crear algo que no existía. Relacionado con el folclore que
también fuese una escuela donde se enseñase la técnica de la danza moderna,
pero partiendo de nuestras tradiciones. Empezamos un 15 de marzo y en agosto
hicimos las primeras presentaciones. Más
allá de hacer un espectáculo se buscó mostrarle a la gente cómo era la
formación de un bailarín.
—¿Cómo
resume el trabajo realizado durante 26 años?
—Es
como haber hecho una labor de 50 años. Trabajamos durísimo. Cuatro años después
de nacer salimos del país. Fuimos por primera vez a Alemania. Todo fue asumido por
nosotros. No teníamos dinero para viajar y compré los pasajes. En tres años los
pagué con cuotas de tres mil bolívares mensuales que era como todo el dinero del
mundo. Allá nos decían “coreopan”, porque comíamos pan todo el día. Sin
embargo, fue un éxito y cuando me di cuenta que lo que hacíamos era bueno, la
segunda vez que fuimos me llevé a diecinueve bailarines. Nosotros dormimos en
cuarteles de bombero, en la calle, los muchachos se quedaban en el apartamento
donde alguien hacía una fiesta hasta que amanecía. Fue duro, fue difícil. Hubo
un momento que les planteé devolvernos, pero
también les dije que si lo hacíamos no volveríamos nunca más, porque íbamos a
tener miedo. Todos me dijeron “vamos a quedarnos”.
—
¿Ha valido la pena el sacrificio?
—Sí,
porque hay un grupo personas que nunca se paró.
Que
hemos enseñado a varias generaciones. Que ha llevado una labor a las
comunidades. Viendo un video de nuestros inicios me doy cuenta que todos esos
muchachos salieron de las barriadas. Íbamos a los sitios para acercarnos a la
gente. En eso Carlos (Orta) era insistente, si tenía que ir a los cerros lo
hacía, él nunca tuvo complejo con eso.
—¿Fue
difícil que creyeran en ustedes?
—Era
difícil con los que dirigían la cultura, porque la gente sí creía en nosotros.
—¿Cómo
define a Coreoarte?
—No
es un grupo sólo de danza, porque ese nunca fue el concepto. Fue como criar un
hijo con otras ideas. Como decía Carlos (Orta): “la danza como pretexto para
abrir otros horizontes”. Para
rescatar jóvenes, para decir que sí podemos hacer algo de nivel y de altura. Y
también: “un poco de venganza de mí parte”, porque había gente, como yo, que
nos había costado hacer danza.
—¿En
la actualidad qué está haciendo Coreoarte?
—Seguimos
luchando y trabajando. Tratando de formar ciudadanos a través de la danza,
porque es un vehículo para educar, concienciar y para enseñar valores. En el momento
que uno siente que tiene valor está abierto a entender de dónde viene, quiénes
somos y sentir orgullo, no porque eres blanco o negro, sino por lo que se hace en
la vida.
—¿Cómo
se trasmiten esos valores?
—Cuando
uno sale del país se da cuenta que las compañías extranjeras están llenas de
latinos, eso quiere decir que tenemos mucho potencial. Lo de Coreoarte es
enseñar la danza para que la gente la ame. No para que la utilice, no para que
la rechace porque es difícil. Transmitir valores como la solidaridad, entender
que cada persona es un ser único, pero que podemos compartir para hacer algo
grande.
Un hombre
danza
La compañía Coreoarte tiene su sede en el Centro de la
Diversidad Cultural. Es un espacio pequeño, pero acogedor. Desde
allí su directora Noris Ugueto recuerda a su entrañable
compañero de lucha Carlos Orta. “Estoy casada, pero él era mi otro esposo”,
dice. Cuenta que mantenían una relación muy fraterna, de mucha compenetración. “Nosotros
peleábamos, pero eran discusiones cómicas. Él nunca me hacía caso. A veces para
contentarme me decía: “Mira lo que estoy montado”, y me derretía.Noris describe al maestro Orta como un ser humano
maravilloso. “Era increíble. Quien lo conocía se enamoraba de él. Era efusivo y
totalmente apasionado. Era danza, pensaba en danza y todo lo curaba con danza”.
“Era profundamente revolucionario”, asoma Poy Márquez, integrante fundadora y
bailarina de Coreoarte. “Una periodista que lo entrevistó en su apartamento de
Nueva York, describió el lugar diciendo que tenía un cuadro del presidente Hugo
Chávez rodeado de flores”, comenta Ugueto.
Hoja de vida
-Es una
escuela de formación integral en danza.
-Su pilar es
la danza contemporánea. De ella se deriva la tradicional venezolana, latinoamericana
y caribeña.
-Dictan
clases a niños a partir de los 6 años. Cobran BsF 20 mensuales.
-Su
trayectoria incluye presentaciones en Alemania, Chile, Macedonia, EEUU,
Emiratos Árabes, Francia, Italia, Grecia, México y Suecia.
- El bailarín
fundador, Carlos Orta, falleció el 25 de mayo de 2004.
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