lunes, 24 de junio de 2013

El perro y la plaza

No sé si ustedes lo recuerden, pero durante nuestra actividad “El carnaval caraqueño” realizada el 8 de febrero de este año por la Escuela Integral, nuestra comparsa fue acompañada de principio a fin por un conmovido perro callejero que decidió sumar sus ladridos y gruñidos al coro de pitos y maracas que íbamos sonando mientras desfilábamos desde la Plaza Bolívar hasta la Plaza El venezolano. 

Luego de desfilar con nosotros, el perro, en primera fila, se dedicó a ver la función, no sin algunos arrebatos momentáneos de ladridos e intentos de incluirse en el baile; sobre todo en el de las burriquitas, quienes llamaron particularmente su atención. 

120 días después de aquello, el 7 de Junio, la Escuela junto con las niñas del Fez presentaron en la Plaza Sucre de Catia una nueva pieza, titulada “Cuento marino”. Después de colocar el linóleo, conectar el sonido en uno de los locales de comida adyacentes a la plaza (nuestro agradecimiento al dueño del local) y acompañar a las niñas y niños a su posición inicial se acercaba el momento de la función. 

Tuvo que aparecer ese elemento que no puede faltar en toda buena función de calle, además del borracho que ya en ese momento estaba allí, apareció el perro. El perro llegó algo tarde, pero no tuvimos que esperar por él. Inmediatamente después de su llegada su presencia empezó a levantar sospechas… nos dio la impresión de que ese perro era exactamente el mismo perro dócil y bullicioso que nos acompañó en aquella comparsa de carnaval. 

Aunque no estuvo igual de bullicioso, esa idea no nos abandonó. Como no podíamos confirmarlo, le dimos el mismo trato que le dimos a nuestro compañero de comparsa y al igual que aquel, pero un poco más tranquilo, este perro presenció toda la función. Al volver a casa y ver las fotos confirmamos lo que sentíamos. 

¿Quién es ese bailarín que en forma de perro callejero, robusto, fuerte y alegre nos ha acompañado en dos funciones tan lejanas en tiempo y distancia? 

Saludamos desde este escrito, con mucho cariño, al amigo más peludo que tiene Coreoarte. A él le dedicamos este hermoso poema de nuestro Aquiles Nazoa:

Exaltación al perro callejero

Ruin perro callejero,
perro municipal, perro sin amo,
que al sol o a l aguacero
transitas como un gamo
troncado por la sarna en cachicamo.

Admiro tu entereza
de perro orgulloso que no cambia u destino
de modesta pobreza
por el perro fino,
casero, impersonal y femenino.

Cuya vida sin gloria
ni desgracia, transcurre entre la holgura,
ignorando la euforia
que encierra la aventura
de hallar de pronto un hueso en la basura.

Que si bien se mantiene
igual que un viejo lord de noble cuna,
siempre gordo, no tiene
como tú la fortuna
de dialogar de noche con la luna.

Mientras a él las mujeres
le ponen cintas, límpianle lo mocos,
tú, vagabundo, eres
-privilegio de pocos-
amigo de los niños y los locos.

Can corriente y maloliente,
nombre nadie te dio, ni eres de casta;
mas tú seguramente
dirás iconoclasta:
-Soy simplemente perro, y eso basta.

La ciudadana escena
cruzas tras tu dietético recurso,
libre de la cadena
del perro de concurso
que ladra como haciendo un discurso.

Y aunque venga un tranvía,
qué diablos, tú atraviesas la calzada
con la filosofía
riente y desenfrenada
del que a todo perder, no pierde nada.

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